#16
18-09-2018, 10:59 PM
Bueno, llegados a este punto creo que cada uno ha expuesto sus argumentos y cada uno tiene sus opiniones, absolutamente respetables.
No pretendo, en consecuencia, ni alargar innecesariamente el debate ni tratar de convencer a nadie, pero no me quedaría a gusto conmigo mismo si no puntualizara algunos aspectos, desde un punto de vista técnico y desde la experiencia de mis compañeros de profesión; aunque, para que quede claro y que nadie crea que vengo a sentar cátedra, la veterinaria de mascotas no es mi especialidad, ni me gusta desde el punto de vista profesional.
Cuando acabé la licenciatura, en el año 1990, la norma en las esterilizaciones de las perras era la ligadura de trompas, más sencilla de realizar que una ovariectomía, mucho más barata, y no daba lugar a "desequilibrios hormonales". Hoy día la norma es la ovariectomía. ¿Por qué? Por que el cambio hormonal que comporta (o desequilibrio si se prefiere llamarlo así) hace que la probabilidad de tumores mamarios pase de un 50% a un 5%; incluso a un 0'5% si se realiza antes del primer celo, si bien esto último no siempre se aconseja.
La castración no produce sobrepeso, lo favorece. El sobrepeso lo producen malos hábitos alimentarios y falta de ejercicio. Tener un perro castrado implica un estricto control alimentario y un aumento de la frecuencia de ejercicio.
Ya he dicho que la veterinaria de mascotas no es mi especialidad, quizá por eso desconozco qué contraindicación hay en castrar una perra/perro agresiva/agresivo.
La clave no está en las prohibiciones, sino en los controles. Si los controles no se hacen, en la mayoría de los casos, es por falta de voluntad. La prohibición es la llave que permite implantar los controles necesarios, si se tiene voluntad para ello. No se le puede exigir a un criador que tenga unas instalaciones modélicas, un control sanitario exquisito, un ritmo respetuoso de cubriciones, una alimentación adecuada, etc. si luego consentimos que cualquier particular críe animales sin control y los venda infinitamente más baratos porque a él no se le exigen ni instalaciones, ni control sanitario, ni pago de impuestos sobre los beneficios obtenidos.
Las leyes se hacen para la norma general, no para los casos particulares y/o excepcionales. Prohibir la cría particular puede "perjudicar" a algunos particulares que lo hacen de manera exquisita (eso sí, sin pagar los impuestos que exigimos a los criadores). Pero la experiencia es que la inmensa mayoría de la cría particular se hace o por capricho o por negocio.
¿Qué hacemos con los particulares que se nieguen a castrar a sus mascotas? Pues lo mismo que hacemos con cualquiera que incumpla la ley: aplicar la sanción que se estipule en la misma. Y lo mismo con los que maltraten y abandonen.
¿Que no hemos conseguido implantar la identificación? Pues claro. Si la cría estuviera en manos exclusivamente de criadores, a ellos se les podría exigir la identificación. La cría particular implica un mercado negro en el que la identificación depende de la voluntad del comprador.
Cría exclusivamente en manos de criadores registrados y controlados = identificación = facilidad para encontrar maltratadores y abandonadores.
Un ejemplo, en mi ámbito de trabajo, de que las prohibiciones funcionan si se acompañan de los controles necesarios: hace años que la ley obliga a que un tratamiento antibiótico en ganadería esté sustentado en un diagnóstico veterinario con emisión de la correspondiente receta; para algunos antibióticos no sólo se exige el diagnóstico clínico, sino un diagnóstico de laboratorio y un antibiograma. Hasta ahora no se ha aplicado ningún control, de forma que la norma era que el ganadero, cuando tenía un problema, llamaba a la comercial veterinaria donde le "aconsejaban" qué antibiótico poner. Una vez al mes se pasaba el veterinario que la comercial tenía contratado para que firmara las recetas de todos los antibióticos que se habían vendido. Como somos los campeones europeos de la administración de antibióticos en ganadería, la UE nos ha apretado las clavijas y hemos empezado a hacer controles. Ya hay requerimientos para que veterinarios que han firmado recetas expliquen por qué recetaron tal antibiótico si en la explotación ganadera no consta en el libro de registro que se hiciera el correspondiente diagnóstico, ni hay constancia de toma de muestras para diagnóstico y antibiograma. Ya hay controles en las comerciales veterinarias para comprobar que sólo salen antibióticos si previamente se ha recibido la correspondiente receta. Las comerciales ya no encuentran veterinarios dispuestos a jugarse su carrera por firmar las recetas de todo lo que vendan. Los vendedores de antibióticos a quien tienen que convencer ahora no es al ganadero, sino al veterinario del ganadero que, por la cuenta que le trae, sólo recetará aquello que realmente se necesita.
¿Y en qué se traducirá todo esto, si las autoridades se lo siguen tomando en serio? En una drástica disminución del uso de antibióticos en ganadería, porque sólo se aplicarán cuando sea necesario y un veterinario lo haya determinado y autorizado.
Un saludo a los que hayan tenido el valor de leer hasta aquí.
No pretendo, en consecuencia, ni alargar innecesariamente el debate ni tratar de convencer a nadie, pero no me quedaría a gusto conmigo mismo si no puntualizara algunos aspectos, desde un punto de vista técnico y desde la experiencia de mis compañeros de profesión; aunque, para que quede claro y que nadie crea que vengo a sentar cátedra, la veterinaria de mascotas no es mi especialidad, ni me gusta desde el punto de vista profesional.
Cuando acabé la licenciatura, en el año 1990, la norma en las esterilizaciones de las perras era la ligadura de trompas, más sencilla de realizar que una ovariectomía, mucho más barata, y no daba lugar a "desequilibrios hormonales". Hoy día la norma es la ovariectomía. ¿Por qué? Por que el cambio hormonal que comporta (o desequilibrio si se prefiere llamarlo así) hace que la probabilidad de tumores mamarios pase de un 50% a un 5%; incluso a un 0'5% si se realiza antes del primer celo, si bien esto último no siempre se aconseja.
La castración no produce sobrepeso, lo favorece. El sobrepeso lo producen malos hábitos alimentarios y falta de ejercicio. Tener un perro castrado implica un estricto control alimentario y un aumento de la frecuencia de ejercicio.
Ya he dicho que la veterinaria de mascotas no es mi especialidad, quizá por eso desconozco qué contraindicación hay en castrar una perra/perro agresiva/agresivo.
La clave no está en las prohibiciones, sino en los controles. Si los controles no se hacen, en la mayoría de los casos, es por falta de voluntad. La prohibición es la llave que permite implantar los controles necesarios, si se tiene voluntad para ello. No se le puede exigir a un criador que tenga unas instalaciones modélicas, un control sanitario exquisito, un ritmo respetuoso de cubriciones, una alimentación adecuada, etc. si luego consentimos que cualquier particular críe animales sin control y los venda infinitamente más baratos porque a él no se le exigen ni instalaciones, ni control sanitario, ni pago de impuestos sobre los beneficios obtenidos.
Las leyes se hacen para la norma general, no para los casos particulares y/o excepcionales. Prohibir la cría particular puede "perjudicar" a algunos particulares que lo hacen de manera exquisita (eso sí, sin pagar los impuestos que exigimos a los criadores). Pero la experiencia es que la inmensa mayoría de la cría particular se hace o por capricho o por negocio.
¿Qué hacemos con los particulares que se nieguen a castrar a sus mascotas? Pues lo mismo que hacemos con cualquiera que incumpla la ley: aplicar la sanción que se estipule en la misma. Y lo mismo con los que maltraten y abandonen.
¿Que no hemos conseguido implantar la identificación? Pues claro. Si la cría estuviera en manos exclusivamente de criadores, a ellos se les podría exigir la identificación. La cría particular implica un mercado negro en el que la identificación depende de la voluntad del comprador.
Cría exclusivamente en manos de criadores registrados y controlados = identificación = facilidad para encontrar maltratadores y abandonadores.
Un ejemplo, en mi ámbito de trabajo, de que las prohibiciones funcionan si se acompañan de los controles necesarios: hace años que la ley obliga a que un tratamiento antibiótico en ganadería esté sustentado en un diagnóstico veterinario con emisión de la correspondiente receta; para algunos antibióticos no sólo se exige el diagnóstico clínico, sino un diagnóstico de laboratorio y un antibiograma. Hasta ahora no se ha aplicado ningún control, de forma que la norma era que el ganadero, cuando tenía un problema, llamaba a la comercial veterinaria donde le "aconsejaban" qué antibiótico poner. Una vez al mes se pasaba el veterinario que la comercial tenía contratado para que firmara las recetas de todos los antibióticos que se habían vendido. Como somos los campeones europeos de la administración de antibióticos en ganadería, la UE nos ha apretado las clavijas y hemos empezado a hacer controles. Ya hay requerimientos para que veterinarios que han firmado recetas expliquen por qué recetaron tal antibiótico si en la explotación ganadera no consta en el libro de registro que se hiciera el correspondiente diagnóstico, ni hay constancia de toma de muestras para diagnóstico y antibiograma. Ya hay controles en las comerciales veterinarias para comprobar que sólo salen antibióticos si previamente se ha recibido la correspondiente receta. Las comerciales ya no encuentran veterinarios dispuestos a jugarse su carrera por firmar las recetas de todo lo que vendan. Los vendedores de antibióticos a quien tienen que convencer ahora no es al ganadero, sino al veterinario del ganadero que, por la cuenta que le trae, sólo recetará aquello que realmente se necesita.
¿Y en qué se traducirá todo esto, si las autoridades se lo siguen tomando en serio? En una drástica disminución del uso de antibióticos en ganadería, porque sólo se aplicarán cuando sea necesario y un veterinario lo haya determinado y autorizado.
Un saludo a los que hayan tenido el valor de leer hasta aquí.