Por Mirdav
El crecimiento indeseable de algas, probablemente, es el mayor problema que los aficionados tienen para mantener acuarios plantados o de cualquier otra clase. Gran cantidad de acuaristas renuncian a mantener acuarios plantados debido a su frustración al tratar de combatir el crecimiento descontrolado de algas. Desafortunadamente, muchos aficionados ven las plantas solo como decoración, no han aprendido a usarlas como filtración biológica y herramienta para controlar las algas. A continuación vamos a ver los principales métodos para controlar el crecimiento de algas en nuestros acuarios.
1 – Métodos comunes para controlar las algas
La aparición algas en un acuario suele estar asociada a algún tipo de desequilibrio que puede estar provocado por exceso de luz, falta de corriente en el filtro, acumulación de nutrientes, CO2 insuficiente y un largo etcétera, de manera que lo primero que se debe hacer es corregir ese desequilibrio antes de usar ningún otro método, de lo contrario, aunque consigamos librarnos de las algas, volverán a crecer en poco tiempo, ya que la causa por la que lo hacen sigue existiendo.
1.1 – Alguicidas, agua oxigenada, lejía y antibióticos
Los alguicidas son químicos que matan las algas y a menudo causan más problemas de los que resuelven en acuarios plantados. El ingrediente activo de casi todos los alguicidas comunes es cobre o simazina. Ambos son tóxicos para los peces y las plantas. La dosis que matará las algas en un acuario sin dañar a los peces o las plantas es difícil de determinar. Incluso si el alguicida no mata a los peces, las algas muertas podrían hacerlo. Las algas moribundas pueden liberar toxinas en el agua o su descomposición puede eliminar el oxígeno del agua. Por lo tanto, no es raro que los peces mueran cuando las algas se eliminan de forma abrupta.
El agua oxigenada, o peróxido de hidrógeno (H2O2), es un potente oxidante y reacciona con muchos compuestos orgánicos, cambiándoles su estructura, y por tanto su funcionalidad. Esto hace que el H2O2 sea tóxico para muchos organismos, sobre todo algas, bacterias y otros organismos poco evolucionados. Básicamente, se debe a que estos no tienen epidermis para defenderse de agresiones, ni producen enzimas (catalasas) que luchen contra el H2O2 de manera rápida y eficiente. La mayoría de plantas y animales (peces, gambas y caracoles) tienen mecanismos para defenderse de este y otros compuestos tóxicos. No obstante, todo depende de la dosis.
Sin embargo, hay algunas especies de plantas que sí son muy sensibles al agua oxigenada. Son sobre todo las plantas menos evolucionadas, como algunos musgos o algunas hepáticas, por lo que hay que ser muy cuidadoso tanto con las dosis como con la concentración del producto debido a que se comercializa de formas diferentes (aunque lo más común es encontrarlo al 10 %). Una dosis de referencia podría ser 10 ml por cada 100 l de agua, pero siempre es recomendable empezar por dosis más bajas y si se logra eliminar las algas, mucho mejor.