#1
25-12-2015, 03:48 AM
En los últimos años se ha dado un encendido debate sobre qué grupo de animales aparecieron primero. Había dos candidatos, por una parte el tradicional – las esponjas, del filo Porifera – y por otro la última tendencia, las medusas de peines – ctenóforos del filo Ctenophora. Finalmente, y después de un análisis en detalle, el récord se le ha concedido a las esponjas.
Puede parecer que este debate no tiene mucho sentido ni interés. Pero no es así, al menos desde el punto de vista evolutivo. Porque las implicaciones que tendría a la hora de entender la historia de la vida cada una de las dos opciones son muy amplias.
Tanto las esponjas como los ctenóforos son grupos biológicos muy antiguos. Estamos hablando de más de 600 millones de años, previos a la explosión cámbrica. Lo que significa que el resto de animales evolucionamos a partir de estos grupos.
Entre ambos grupos hay importantes diferencias, y también características comunes. Empezando por estas últimas, tenemos una organización sencilla, un tipo de desarrollo de embrión muy concreto – ambos son diblásticos – pero sobre todo, que no tienen simetría bilateral, como sí tenemos el resto de sus descendientes – salvo las estrellas de mar y el resto de equinodermos, pero eso daría para varios posts.
Visto así, no importaría mucho quién apareció primero, ¿no? Pero sí lo hace, precisamente por lo que no tienen en común. Las esponjas carecen de sistema nervioso ni músculos. En cambio, los ctenóforos sí que tienen ambos.
Explicándolo de una manera sencilla – y simplista – si el primer grupo en aparecer hubiesen sido las esponjas, no habría mucho quebradero de cabeza. Pero si fuesen los ctenóforos, la cosa se complica. Porque significaría que tanto los músculos como el sistema nervioso, dos adaptaciones evolutivas muy importantes y complejas, tendrían que haber aparecido dos veces, de manera independiente.
Así que la lógica nos diría que fueron primero las esponjas, y después los ctenóforos. De hecho, así se ha asumido durante mucho tiempo. Pero al realizar análisis genéticos y comparación de secuencias de ADN, se encontró una sorpresa: los ctenóforos habían llegado antes.
En resumen, que la anatomía comparada y la teoría evolutiva se enfrentaban a la evidencia genética. Una situación así es realmente complicada a nivel científico. Lo fue durante un tiempo, y lo hubiese seguido siendo si no se hubieran vuelto a analizar los resultados genéticos.
Los autores del artículo se pusieron manos a la obra y estudiaron con detalle los modelos y análisis estadísticos realizados. Y se encontraron con que no eran los mejores. De hecho, no eran ni siquiera adecuados. Esto hacía que se fuesen acumulando errores a lo largo de todo el estudio, y las conclusiones no fuesen fiables.
Para terminar de demostrarlo, decidieron reanalizar los datos - “correr los modelos”, como se suele decir – para comparar los resultados. No estamos hablando de una cuestión menor. En un ordenador doméstico, este análisis habría supuesto casi 20 años de cálculos. Por suerte contaban con un “superordenador” que aceleró la cosa hasta algo más de cuatro semanas.
Una vez tuvieron en sus manos los resultados finales, la conclusión era clara. El récord lo tenía, tal y como se pensaba desde hace tiempo, el filo Porifera. Las esponjas fueron los primeros animales que se separaron del tronco común, y ya más adelante se generaron los músculos y el sistema nervioso, y aún más tarde se separaron los ctenóforos. Vuelven a cuadrar los datos con la teoría.
A vueltas con el origen de los animales
El origen de la vida compleja, la aparición de los animales que podemos reconocer... esto fue lo que ocurrió durante la conocida como “explosión cámbrica”. Quizá el momento de la historia evolutiva del planeta más difícil de explicar. Qué demonios, sin el quizá. Recientemente un nuevo artículo da una explicación más para tratar de entender este complicado momento.
Pero, exactamente, ¿qué es esto de la “explosión cámbrica”? Es el momento en que aparecieron las formas de vida actuales. Antes del cámbrico las pocas formas que existían eran muy simples, parecidas a las actuales esponjas. Y de repente, hace unos 530 millones de años, surgieron todos los demás animales.
Alberto Ortoll